Hay ciertas cosas que sólo pueden ocurrir en Salamanca. Como que un bibliotecario de la Usal, en pleno inventario de libros antiguos, encuentre dos preservativos del siglo XIX entre las páginas de un manual de medicina. Lo dicho, desde los demonios dando clase en una cueva a un puñado de iniciados a un alumno que pilló dos ejemplares para vaya usted a saber qué y se los dejó en el libro. Lo ha publicado EFE en toda la línea de agencias, y ha tenido eco, cómo no, en todos los medios. Eso para que luego digan que Salamanca es una simple capital de provincias. Aquí hay cosas muy raras. Si es que tanta iglesia, tanta capilla y tanta leyenda tenían que dar para algo. Ni cortos ni perezosos, en el museo de la universidad les ha faltado tiempo para ponerlos en una vitrina para que la gente los vea. Otra curiosidad más para ver en una ciudad convertida ya en parque temático. ¿Quién necesita empresas teniendo turismo cultural? (Risas enlatadas...)
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