jueves, 18 de noviembre de 2010

No hay camino, sólo bosque sin atravesar

Shawn Fanning, fundador de Napster, no es un hombre muy conocido, pero sí que es uno de los que sabe cómo es el devenir del tiempo. Poco antes de morir, Gervaise de la Rochelle dijo que su vida había sido “un cúmulo de asaltos contra la oscuridad de la propia vida. La existencia es un juego en el que debe maniobrar con cartas y dados que muchas veces son poca cosa”. Eso fue antes de arrepentirse de autoexiliarse a Gran Bretaña y darse cuenta, tarde, de que los ingleses eran igual de egoístas, necios, miserables y moralmente ruinosos que sus compatriotas franceses y belgas. Algo amargado, dijo una frase que se encadena con la que dijo en su día Fanning: “En el mundo hay dos tipos de personas, los que buscan trabajo y los que se lo inventan”. La de Gervaise fue: “Hay dos tipos de personas, los que se camuflan con el resto y los que son ellos mismos”. No es idéntica, pero el fondo sí es el mismo, la lucha de un individuo frente al devenir continuo de jugadas en las que los dados rebotan caóticamente sobre el mundo y las cartas aparecen marcadas de tanto usarlas.

Todo esto viene a colación, a su vez, de una tercera frase, de alguien todavía más desconocido, perdida en una maraña de blogs sin fin que se teje día tras días a espaldas de la realidad física. “Dentro de diez años sólo quedarán apenas diez periódicos en papel. El resto habrá muerto o se habrá convertido”. Es decir, que perseverar en lo tradicional siempre será un error, y todo lo demás, son reflejos del miedo ajeno. Aquí es donde el padre de Napster, a fin de cuentas el que hizo rodar la primera bola de la revolución digital en la cultura, tiene toda la razón del mundo. Reinventarse o morir.

En lugar de caminar por la misma senda trillada hasta la extenuación por millones de pasos, mejor girar la cabeza y ver el bosque virgen por el que poder cruzar. Cuanto más apegada esté una sociedad a una tradición o a una forma de ver y entender las cosas, más mediocre y jibarizada estará. Por cada esfuerzo hay una reacción en contra y a favor, y no siempre se logra el objetivo. Pero mejor tirar los dados y ver qué pasa que esperar a que llegue la carta que ansiamos. El primer paso es anodino, el segundo es imperceptible, el tercero arquea la ceja de alguien; el cuarto es sorprendente, porque es alabado. Al quinto el que lo da se mira en el espejo y se da cuenta de que ya está caminando. A partir de ahí, la inercia, y el terreno hollado para que otros lo sigan.


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