lunes, 8 de noviembre de 2010

Dos premios, dos estilos

El próximo jueves Jambrina presenta en Salamanca la continuación de su saga, 'Manuscrito de nieve'. Esperaremos a ver cómo sale el retoño. Mientras tanto, dos premios y dos formas de ver el mundo muy diferente. Por un lado, el colombiano Antonio Ungar gana el Premio Herralde de Novela por su libro 'Tres ataúdes blancos', una sátira demoledora contra el caciquismo político e ideológico en Latinoamérica, con un personaje que recuerda inmensamente a Hugo Chávez. Es una literatura que enseña los dientes, donde las palabras son armas y las páginas el púlpito desde el que denunciar el verdadero mal del mundo: despotismo, corrupción, tiranías y mediocridad intelectual. Es un acto de justicia premiar a un digno hijo adoptado de la misma actitud que han tenido durante años Mario Vargas Llosa o Eduardo Galeano. 

En el otro rincón del ring, un bufón literario, en el buen sentido del término, como es Michel Houellebecq, ganador del Premio Goncourt francés, una mezcla entre el Planeta y el Nacional de Literatura que corona a los grandes de las letras francesas. Para quien no lo sepa, sobre MH han caído todo tipo de críticas, desde que es un racista a un universalista cultural, si es que esto último puede considerarse un crímen. Lo hace con 'La carte et le territorie', donde ya hay menos sexo y más psicoterapia frente al mundo. Individualista radical, no ha dudado nunca en atacar las vacas sagradas de Francia (religión, mayo del 68, la propia grandeza surrealista del país), pero también es un gran escritor. Eso sí, en las antípodas del colombiano Ungar: aquí las letras no están al servicio de un bien superior, de un juglar que canta las tonterías del rey para dejarle en ridículo, sino que es como todo buen escritor galo, un onanista consumado de sí mismo. Ya hay donde elegir a la hora de comprar un libro. Claro que siempre pueden leer 'La caída de la casa Usher' y pensar si están vitriólicos o no...

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