sábado, 13 de noviembre de 2010

Ciao, Berlanga

En una nube muy, muy lejana, Rafael Azcona está de fiesta. No porque lleve muerto algún tiempo, sino porque desde ahora el Olimpo es algo más agradable y divertido que antes. Su amigo y cómplice, Luis García Berlanga, sube a toda velocidad para sentarse con él, y de paso, decirle a José Luis López Vázquez que deje de perseguir a Afrodita, que esto no es Benidorm en una película de los Ozores. Ha muerto uno de los grandes, de los últimos creadores audiovisuales de antes, ajenos a influencias americanas directas o de toda la explosión posterior a los 70. Decían de él que al final sonaba a viejo, que era un sainete, que se regocijaba en el esperpento. Fue el Valle-Inclán del cine, un rompehuevos artístico que se mofaba de la censura colándosela una y otra vez en cuanto tenía ocasión. El padre de películas como ‘Bienvenido Mr. Marshall’, ‘Los jueves, milagro’, ‘Plácido’, ‘El verdugo’ (insuperable) o toda la serie ‘Nacional’ en los 70 y 80, era un superviviente de los tiempos malos, politizado sin estar realmente politizado, más centrado en crear puñetazos como ‘La Vaquilla’ y seguir siendo el típico director español que marcaba la diferencia, que no se dejaba llevar por las modas y era en sí mismo un estilo. Nunca cambió el ritmo ni su forma de ver y entender el cine, y eso le honra. Ya no era de este tiempo ni de este mundo, y poco a poco se distanció del mundo, por la enfermedad, y porque ya no era tiempo de seguir adelante. Así pues, ciao. 


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