Hay más o menos un millón de razones para sonreír y a la vez poner cara de camaleón resacoso al ver a los Beatles. Son como Dios: les aman tanto como les odian. Sí, ya sabemos que los beatlemaníamos son muchos y llevan todos traje, corbata y tienen una buena vida burguesa. Y sí, también sabemos que los fieles de Sus Satánicas Majestades son tantos si no más, pero son malditos, van en vaqueros, tienen algún tatuaje o ganas de hacérselo y en ocasiones ven luces en lo alto de cocoteros… a no, que ese era Keith Richards.
La cuestión es que hoy se cumplen 40 años de la mítica foto del paso de cebra, otros tantos del final de la grabación del último disco de los Beatles (‘Abbey Road’) y la misma cifra de cualquier chorrada que ocurriera en 1969 y que fuera determinante para nuestras vidas. La única realmente importante ya fue festejada, la de la llegada del hombre a la Luna. Para lo demás, la nostalgia y Mastercard, para comprar los 'revivals' de la generación de los 50. Nosotros, que creemos se nos ven los colores desde lejos, apostamos por un pequeño tributo a los Beatles, pero a nuestra manera, como debe ser: con un poquito de H2SO4 y cierta visión cómica de la vida. Es decir, con los Simpson. Qué grandes, han imitado hasta el paso cambiado de Burt-McCartney y el cigarrito en la diestra cuando Paul ha sido siempre zurdo. Va por Abbey Road, el último disco, porque todos sabemos que la culpa de todo la tuvo Yoko Ono…
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