Hasta ahora no habíamos hablado de uno de los mayores montajes de Salamanca. Entre tanto ensayo sobre arte, literatura y filosofía había que dar algo de información útil. Es el Museo de Arte Oriental de Salamanca, en la Torre de los Anaya. Supuestamente, este pequeño edificio medieval de la calle San Pablo alberga una de las mayores colecciones de arte oriental desde el Neolítico a la Dinastía Ming. Tan grande, tan grande, que es casi imposible que Pilar Coomonte y Nicolás Gless, dueños privados de las piezas, hayan conseguido reunir una colección de esa importancia cuando ni Estados enteros han podido. Decenas de expertos en arte asiático, principalmente chino, han denunciado que un porcentaje muy alto de la misma son copias de originales que no han salido de China nunca, o que no han sido objeto de pruebas científicas con carbono 14 para datar realmente su antigüedad. Los dueños lo han evitado, y el alcalde de Salamanca, Julián Lanzarote, ha cubierto con su capa agujereada a la pareja Coomonte-Gless. Resultado: dinero público para financiar una exposición que podría ser uno de los mayores fraudes artísticos de la historia de esta parte de la desierta meseta castellana.
El periódico ‘La Gaceta’, nos guste más o menos su línea, atacó con artillería pesada al prócer local y dio pruebas sobre la nula validez de dicha colección, tanto como para que más medios y algunos políticos señalaran con el dedo uno de los museos que más desapercibidos pasan, que se prorroga sine die en la Torre de los Anaya y que no para de forjar chistes y bromas pesadas. Es como un Guadiana, cada poco vuelven a la carga los enemigos de Mister Bigote con el “cuento chino del arte chino”. Aquí no sabemos si son reales o falsas (qué pena de carbono 14, oiga), pero sí que sabemos que se usa dinero público para financiar algo de lo que no se han dado explicaciones auténticas, fondos que podrían ser mucho más útiles, por ejemplo, para otras instituciones culturales más aprovechables por el público. Además, la página web lleva en construcción desde abril de 2008, no se actualiza y..., sinceramente, algo huele a podrido en el Estado de Dinamarca, que diría el bardo. Como sean falsas y se enteren los periódicos o las radios…
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