Entre los muchos peligros de saltar formatos está el triple salto mortal con tirabuzón (y doble carpado hacia atrás, que diría mícer Tejerizo), ese que lleva la literatura a otro campo del arte. Es muy peligroso: si se hace bien el alquimista ha rehecho la obra y ya no es, quizás, la que era. Y si lo hace mal (muy habitual, por cierto), la obra se cubre de mala fama y el ejecutor arruina su carrera. El salto de la literatura al teatro suele acarrear un problema: hay que cortar esos largos párrafos en los que no hay acción real sino largas descripciones inadaptables a la escena, o directamente mucha psicología e introspección. Juan Carlos Plaza y Natalia Menéndez aceptaron el ofrecimiento de hacer ese tránsito con varios relatos cortos de uno de los más grandes escritores que ha dado Italia, Luigi Pirandello. El resultado se podrá ver mañana viernes 10 a las 23.00 horas en el Patio del Claustro de Fonseca. Siete actores (Fidel Almansa, Jorge Calvo, Lola Casamayor, Lara Grube, José Luis Patiño, Juan Ribó y Antonio Zabálburu) para cinco cuentos (‘La casa de Granella’, ‘El hombre de la flor en la boca’, ‘Limones de Sicilia’, ‘El certificado’ y ‘Alguien ha muerto en el hotel’) que llevarán al público a una época todavía muy convencional, a caballo entre el siglo XIX y el XX, a ambientes muy diferentes pero que prometen tratar temas tan actuales como el paro o el desprecio al otro. Pirandello, en su etapa final, tendió cada vez más hacia el humor y la fantasía, a los requiebros donde la realidad convencional se convertía en algo más lírico que su teatro. Curiosamente, el Pirandello dramatúrgico no es el que estará en Fonseca, sino el cuentista, el amante de los relatos cortos que son pequeñas fábulas humanas.
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