Seguro que recuerdan a aquél viejo conocido nuestro que imitó el antiguo aforismo chino de “cuidado cuando despierte el dragón dormido”. Tenemos una vena oriental de lo más marcada; suele aflorar cuando la soga del ahorcado se hincha o aprieta sobre la traquea. Recordamos ahora otros dos: uno es de Confucio, el otro, de un viejo maestro budista previo a la invasión mongola que trituró el budismo hindú.
Primero: dos monjes budistas caminan por la vega de un río, hasta que ven a una joven mujer que quiere cruzar un río y no tiene fuerza para soportar la corriente. Uno de los dos monjes no lo duda, la coge en brazos y la lleva hasta la otra orilla. Al regresar, el segundo monje no dice nada hasta que después de un rato le pregunta, irritado, por qué había roto sus votos para llevarla en brazos. Entonces el otro responde: “Yo sólo la llevé un par de minutos, pero tú la has llevado en tu corazón desde entonces”. Traducción para occidentales: “El pasado no importa, y mucho menos las desgracias que han quedado atrás. Siempre con la cara hacia delante”.
Segundo: Sun Tzu, en plena batalla, decide retroceder y volver sobre sus pasos y salva a sus hombres. Otro general le recrimina su retirada y el maestro Sun Tzu se hace el tonto y baja la cabeza. Uno de sus discípulos, indignado, le pregunta por qué no ha demostrado su inteligencia. El otro le dice: “Nadie se preocupa de los locos y los tontos Ese general ya no será nunca más un rival para mí porque está convencido de que es mejor que yo”. Traducción: “La soberbia precede a la caída y los tontos, sobre todo los simulados, llegan más lejos que nadie”. Recordad el ‘Elogio de la locura’ de Erasmo.
¿Se sienten más sabios?, ¿no? Pues mala suerte.
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