Uno de esos cortesanos del negocio industrial de la cultura, que se conoce de memoria el camino del laberinto de poses, apariencias, monólogos intelectuales y negocio fenicio, aseguró a uno de los nuestros que este año le habían cortado las alas al dinero público: es decir, que el tío Gilito del tema, el que más dinero ponía (instituciones públicas, fundaciones privadas, obras sociales de bancos y compañías) y menos preguntas hacía con la irreverencia de las vanguardias ha decidido venirse con las manos en los bolsillos y decir eso de "lo siento chicos, pero ni para chicles". La crisis, se escudan todos. Así que usted ve una obra y no le gusta, no se preocupe, porque la calidad va unida muchas veces al puntito rojo de venta y al precio que el galerista le ponga. Dicen que no van a hacer rebajas, pero sí facilidades para pagar.
Conclusión: El arte libre no existe, y si alguna vez hubo algo parecido debió ser en las cuevas, cuando los hombres primitivos pintaban bisontes o dejaban las huellas de sus manos. Para todo lo demás, ya saben, Mastercard. Y además no es malo, es un aspecto más que debería ser asumido, sobre todo por este circo de tres pistas cuyos resultados cada día encumbran más a las artes del lenguaje como la literatura, el cine o el teatro. ¿Qué narices le pasa a los demás que no salen de su burbuja? ¿Es nuestra ignorancia o realmente es que los árboles no les dejan ver el bosque?
No hay comentarios:
Publicar un comentario