miércoles, 25 de febrero de 2009

El Quijote, Triki y Nuestro hombre en El Mundo

“Ladran, luego cabalgamos”, que decía el Quijote. Ni que pintada nos viene esta frase a la luz de las últimas quejas por parte de más de un seguidor. Sabemos de sobra que no se puede contentar a todos, y que intentarlo es el primer paso para la mediocridad y el desastre; por lo tanto, mejor somos nosotros mismos y seguimos, de vez en cuando, sacando el látigo de la Justicia Divina. Además, dejamos de hacerlo y resulta que otros se quejaron con frases como “Ya no mordéis, ya no sois como antes, os habéis vendido”. Así que una de cal y otra de arena. Todo esto nos recuerda ciertas cosas que uno de los nuestros (dioses, ya suena como una comida en casa de los Corleone) vivió siendo becario en El Mundo.

Allí paseó y caminó, trabajó directamente al servicio de La Bestia, un tipo de espalda encorvada, tirantes y corbatas imposibles. Al becario le imponía respeto por la mirada torva y el régimen de terror con el que trataba a los jefes. Era el mejor caso de poder tiránico instrumental: ignora a los de abajo y tritura a los del medio. Era como Triki comiendo galletas. De esa forma consiguió que redactores y becarios le trataran con sumo respeto y los jefes se mearan en los pantalones cada vez que le veían venir o tenían que ir a rendir cuentas en las reuniones.

En los tres meses que duró la estancia en las cavernas nuestro hombre aprendió más y vio más que en años, y sobre todo comprendió muchos de los resortes siniestros del poder: la mentira, la manipulación, las órdenes en voz baja (que son las que funcionan de verdad), los estallidos de cólera intencionados (selectivos) y sobre todo mucha inteligencia y regate. La Bestia de El Mundo es muchas cosas, pero de tonto no tiene un pelo. Por eso si le ladran es porque cabalga y hace daño. Temedle, porque es bueno; otra cosa es que esté equivocado de cabo a rabo y termine pero que muy mal.


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