El arte ya no es una expresión emocional o creativa del ser humano, no es producto de las experiencias de la vida o una forma plástica de representarlas: es un puñetero negocio. Lo más alucinante de todo es que el tema principal en la feria abierta para medios, galeristas y demás ralea cortesana de la modernidad fueran las ventas en medio de un año de crisis. ¿Y saben por qué estaban todos pálidos?, pues porque las fundaciones privadas y las institucionales habían avisado que se había acabado el maná de doblones y que ajo y agua. Traducción: que igual el 50% o el 60% de las ventas de una feria de arte contemporáneo es dinero público o sujeto a condiciones de gasto social. Toma castaña. ¡Subvencionados! Y todo eso en medio de una atmósfera elitista y afectada donde parece ser que además de rico, culto y famoso habría que ser gay, mod o leer hasta para ir al baño determinada prensa musical y de tendencias "made in UK" para sacar adelante algo. Y no es un prejuicio, es una realidad que un grupo de actores parodió el primer día (en la imagen), donde uno de ellos era un clon de Andy Warhol, poses incluidas.
Primera conclusión: el arte contemporáneo, ya lo dijo Antonio López, echó a correr para ser auténtico y en la huída hacia delante perdió de vista al público. Son los críticos, historiadores del arte y poderes fácticos que les compran los que les hacen inmortales, no su producción. Es triste de decir pero más triste es ver a un galerista elegante y culto comportarse como un fenicio miserable para vender una estupidez. Y sí, sabemos de lo que hablamos porque en el Equipo hay uno de esos cortesanos cómplices de este mundillo. Mientras no sean capaces de transmitir universalmente no habrá vanguardia que valga más que el precio que le ponga su alma y su marchante.
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