Yoani Sánchez, bloguera cubana ganadora de un premio periodístico internacional por su lucha interna contra un régimen fuera del tiempo, del espacio y de la racionalidad más básica, ha tenido que ver cómo el fósil de Fidel Castro se atrevía a arremeter contra ella, llamándola lacaya de la metrópoli neocolonial. Sobran respuestas, pero diremos tres por si acaso: fuera de la democracia nada existe en libertad, por lo tanto, Cuba no existe salvo en la voz de aquellos que se atreven a hablar alto y claro; que la libertad es un bien inigualable y que suele alimentarse, como dijo Jefferson, de la sangre de los tiranos; y que luchar contra internet es como aquel de la Biblia de cuyo nombre no nos acordamos, el que intentó meter el mar en un cubo. El régimen cubano es como el propio Castro: un criolla elitista criado por los jesuitas que aplica recetas decimonónicas y teóricamente irresolubles para cuadricular el mundo, todo en aras de una nación martirizada y que sueña muy por encima de sus posibilidades reales. Absurdo, tanto como su lonegividad. ¿Por qué será que todos los dictadores mueren en la cama o de un balazo en la sien? ¿No podrían ser todos como Ceausescu? Este post va en solidaridad con Yoani, autora del blog Generación Y. Esperamos que puedas salir de esa isla-prisión en breve.
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