Vale, España por fin ha roto el maleficio y tal… Da lo mismo, el resultado es que un país acostumbrado a cargar con cadenas de eslabones gruesos se ha liberado y por fin le ha dado una alegría en algo a una afición maltratada. España ha sido campeona en casi todas las disciplinas deportivas conocidas, menos en la principal, el fútbol, esa que se ha convertido en religión. Bueno, pues ya tenemos algo de lo que presumir. Y lo que es mejor, se ha conseguido que una inmensa mayoría se vertebre alrededor de esa idea llamada España, aunque sea mediante once tipos en pantalón corto. Lo malo vendrá ahora, con este exceso de patriotismo que no sirve para nada y que normalmente degenera en medidas sociales de exclusión si no pasas por el aro de la victoria. Un buen patriota es el que está dispuesto a defender la democracia y las leyes nacionales, no un trozo de tela con colores arbitrarios. Pero claro, eso es para las minorías. Disfrutemos de estos momentos de gloria, que no empezaremos a apreciar hasta que descansemos algo. Menos mal que en Corso Expresso somos fieles a algo mucho más grande que España: el Real Madrid. Aunque ahora el rojo también sienta de vicio.
domingo, 29 de junio de 2008
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