viernes, 24 de diciembre de 2010

Rezad por 2011


Esta va para Salamanca: la tijera vuelve. Llevamos sin escribir en el blog casi tres días y hemos esperado entre la apatía, el desinterés y cierta saturación. La vida cultural salmantina se resquebraja, presentan ya todo por trimestres falsos: estiran lo que antes había en dos meses en tres, de tal forma que el paquetito informativo sigue teniendo el mismo tamaño cuando en realidad es otro 33% menos, al menos por pura lógica. La calidad se viene abajo y los gurús y demás reyezuelos que se supone reinan en la ciudad no son más que chamanes tribales que desde las tribunas de los medios rajan sin dar ni hacer nada para contrarrestar la apatía.

La crisis no es sólo de dinero, también es de espíritu. No hay creadores nuevos, y los que hay se van. Los periódicos se llenan de mediocres de medio pelo que llevan toda la vida hablando y haciendo lo mismo. Nunca antes la periferia fue tan periférica. Sálvese quien pueda si incluso Herralde tiene que vender Anagrama, en esa Barcelona y ese Madrid supuestamente a la cabeza de la cultura. La industria se resiente más todavía con batacazos como la Ley Sinde, mal hecha, mal planteada y en manos de una cineasta de media tabla que ha confundido la justicia y el orden legal con la lucha contra la libertad en la red. Esa mujer es de los 80, y con eso está dicho todo.

A partir de ahora quizás haya que fijarse más en Bilbao, Gijón, Avilés, algunas cositas de Valladolid, en Madrid (obvio) y en Barcelona (igual de obvio), y mucho menos en una Salamanca que decepciona una y otra vez, donde todavía resuena el eco del paletismo por los folletos del DA2, toda una demostración de que es más fácil cambiar un Estado y su régimen que las cabezas de la gente. Nada bueno o nuevo hay en el horizonte del Tormes, quizás una Blanca Portillo más comercial que otras veces. Pero para eso hay tiempo. Cuando llegue el día 31, cerrad los ojos y pedid empresarios culturales con agallas, algo de dinero y muchas ideas nuevas. Porque lo demás ya ha dado todo lo que tenía que dar.



No hay comentarios: