Ya es definitivo, a la espera de un milagro o de otros elementos en forma de limosna institucional: el Museo Chillida-Leku cierra sus puertas y ayer, último día, y hoy, fin de año, se llenó de gente dispuesta a fotografiar lo que nunca en otras circunstancias hubiera pagado por ver. Son las crueldades de la vida y del arte: los que tenían que haber salvado con su interés el museo que no podía (ni debía) pedir limosnas son los que hoy se lamentaban y desgastaban el índice haciendo fotos. La parábola de la estupidez y la falta de interés artístico. Cierra porque la familia falló a la hora de planificar, porque las autoridades vascas y estatales sólo aparecen para las fotos de la inauguración, y también porque la escultura no es un espectáculo de masas. Una pena, nunca pudimos llegar a verlo, pero veremos qué depara el futuro. Quizás una sala entera del Reina Sofía para esas esculturas, por ejemplo... Entre unos y otros, la vaquilla al río.
PD: Que 2011 sea el año del cambio, para bien, para mal y para lo real.
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