Otro trozo de muralla milenaria de Pompeya ya es gravilla. Lo que no logra el Vesubio, ni los terremotos, ni la Camorra napolitana lo está consiguiendo la desidia cultural del gobierno de Berlusconi. Lo que en España sería en muchos sitios un anatema, como la protección del Patrimonio Artístico (en Castilla y León es dogma de fe mimar las piedras), en esa Italia que se deshace como un azucarillo es una realidad. Italia tiene dinero suficiente para proteger su patrimonio histórico, pero Berlusconi decidió cortar por lo sano con las subvenciones porque "eran cosas de la izquierda radical". Fuera o no cierto, el mayor tesoro que tiene el país junto con su talento literario se ha ido al limbo de los ejecutados, porque sin fondos para poder luchar contra la lluvia y al erosión, culpables del último derrumbe de ruinas en Pompeya, no hay forma humana de parar el golpe del tiempo. Lo único que esperamos es que esa manía berlusconiana y tan derechista no llegue a un país que actualmente (por no mucho, quizás) está en manos, locales y autonómicas, del PP. De lo contrario corremos peligro de perder lo que hace a España diferente, y que en Italia ya es una agonía sin fin, tal y como demuestran los miles de blogueros italianos, furibundos y a la espera de que el viejo verde bunga-bunga desaparezca.
domingo, 23 de octubre de 2011
Sin dinero no hay Pompeya
Otro trozo de muralla milenaria de Pompeya ya es gravilla. Lo que no logra el Vesubio, ni los terremotos, ni la Camorra napolitana lo está consiguiendo la desidia cultural del gobierno de Berlusconi. Lo que en España sería en muchos sitios un anatema, como la protección del Patrimonio Artístico (en Castilla y León es dogma de fe mimar las piedras), en esa Italia que se deshace como un azucarillo es una realidad. Italia tiene dinero suficiente para proteger su patrimonio histórico, pero Berlusconi decidió cortar por lo sano con las subvenciones porque "eran cosas de la izquierda radical". Fuera o no cierto, el mayor tesoro que tiene el país junto con su talento literario se ha ido al limbo de los ejecutados, porque sin fondos para poder luchar contra la lluvia y al erosión, culpables del último derrumbe de ruinas en Pompeya, no hay forma humana de parar el golpe del tiempo. Lo único que esperamos es que esa manía berlusconiana y tan derechista no llegue a un país que actualmente (por no mucho, quizás) está en manos, locales y autonómicas, del PP. De lo contrario corremos peligro de perder lo que hace a España diferente, y que en Italia ya es una agonía sin fin, tal y como demuestran los miles de blogueros italianos, furibundos y a la espera de que el viejo verde bunga-bunga desaparezca.
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