lunes, 3 de octubre de 2011

Adieu, Salamanca


Este post será uno de los últimos que hagamos sobre Salamanca, un lugar que cuando todo empezó, allá por el filo de la navaja que iba entre 2007 y 2008, tenía algo llamado "programación cultural". La crisis, la ignorancia, las consecuencias de las erróneas decisiones de otros y cierta manía persecutoria hacia determinadas cabezas pensantes, ha dado como resultado lo que tantas veces habíamos predicho: si todo depende del dinero público la calidad baja, el tirón popular también, y de paso, la ciudad se queda sin nada que llevarse a la boca salvo los puñeteros pinchos.

Ni un alcalde atolondrado ni un funcionario calvo y mudo tienen la llave para vender motos que no existen. Los jubilados y rentistas de Salamanca le aplaudirán con las orejas mientras dan vueltas a la Plaza Mayor buscando sitio en alguna terraza o poniendo a parir a Zapatero, pero a los que todavía les brilla algo por encima del extenso territorio de las cejas sólo nos queda darnos la vuelta y dar la espalda hasta que haya más dinero, mejores ideas o simplemente más voluntad de ser lo que habían cacareado que se quería ser. Al final todos los que decían que Salamanca no tenía público formado para tanta oferta van a tener razón: una ciudad con dos universidades, dos conservatorios, decenas de bibliotecas y que parece estar pastando en el campo. No hay gusto formado, ni ganas. Los asiduos son una minoría harta de peregrinar al Liceo y al CAEM para menudencias.

Si quitamos ciclos de cine y exposiciones, que van aparte, entre octubre, noviembre y diciembre sólo hay 25 actividades de escena o literarias, más o menos lo que podía haber en un buen mes en 2008. Y que lo mejor que pueden darle al personal sea algo impuesto desde fuera, el concierto de Amaral del día 18 de noviembre con nuevo disco, o un efímero paso del Ballet Nacional de Cuba, es para pensárselo. Mucha Charo López, mucho Luis Merlo y después el inmenso vacío de lo mediocre que cualquiera puede ver en otro lugar. García-Bernalt dijo una vez que no se había aprovechado la ocasión de 2002 para crear un tejido cultural sólido que sobreviviera. En lugar de pensar a largo plazo se pensó a corto plazo, algo ya habitual en las Españas de Taifas en las que vivimos, errando el tiro y desperdiciando una oportunidad de oro. Una pena. Así que esta ciudad, salvo milagro, ya no dará mucho de sí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como "decíamos ayer" lamentablemente el diagnóstico que hacéis es correcto. Pero si los del Corso os retiráis de la "batalla" ya no quedará nadie que se atreva a meter el dedo en la llaga, porque el resto de los medios salmantinos parecen encantados con la actual situación de "sequía" cultural. Mucho ánimo y os rogamos que sigais en la lucha con vuestro particular estilo
FB