Once apóstoles de la lengua castellana se han llevado ya el Nobel. Todo lo que se pueda decir de Mario Vargas Llosa ya lo dirán otros de mejor manera y forma, así que en este blog sólo dejaremos el aplauso cerrado a un buen escritor que nunca debió meterse en política, porque, equivocado o no (nadie es infalible), liberal de verdad o no, su verbo es de los mejores. Estupenda noticia para la cultura hispanoamericana, y española de refilón. El peruano se suma así a José Echegaray (1904), Jacinto Benavente (1922), Gabriela Mistral (1945), Juan Ramón Jiménez (1956), Miguel Ángel Asturias (1967), Vicente Aleixandre (1977), Pablo Neruda (1971), Gabriel García Márquez (1982)Camilo José Cela (1989) y Octavio Paz (1990). Pero por cada alegría un dolor, el de que a pesar de hacerse anualmente la Academia Sueca respira en una burbuja donde lo raro no tiene cabida, donde parece que determinadas vías paralelas no tienen carta de elegancia o gloria. Por el camino se quedaron Miguel Delibes, Jorge Luis Borges, James Joyce, Marcel Proust, Vladimir Nabokov, Franz Kafka, Julio Cortázar, Liev Tólstoi (no confundir con el otro…), Emile Zola, Ibsen, Paul Valéry, Federico García Lorca, Valle-Inclán, Joseph Conrad, Vasily Grossman… por citar unos cuantos. Porque, y por la parte que nos toca, ni Benavente, ni Echegaray, ni Juan Ramón Jiménez ni Aleixandre fueron mejores que Borges y Delibes, por poner las puyas en el plano nacional. Nunca llueve a gusto de todos, pero por una vez han dado en el clavo. Y menos mal, porque iba camino de volver a repetirse la cafrada de no dárselo. Suecia tiene seis y nadie se lo explica, igual que la literatura rusa sólo tenga cinco, o la portuguesa (de aquí y de Brasil) sólo uno. Si es que...
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