Momento zen de la semana: La dicha viaja en oleadas, la serenidad es un fin. Los inquisidores siempre ven la maldad en el ojo ajeno y no son capaces de sentir cómo el diablo les devora por dentro. La mediocridad es la ideología de los que meten el dedo en el ojo y se quedan con la pulpa ocular colgada de la yema. Una imagen de lo más asquerosa, por cierto, pero es que hoy no había ganas de hacer otra entrega de Pestes Periodísticas: a fin de cuentas el/la mismo/a lerdo/a ya mencionado/a se repite en sus defectos, así que no merece la pena poner más adjetivos. La misma mierda, vamos.
De todas formas, ¿qué sería de la vida sin esas cumbres borrascosas que nos ponen a prueba, sin esa vida que se enrosca a la espina dorsal para apretarnos cual boa constrictor hambrienta, sin esos pequeños fracasos que son cicatrices que en lugar de lamentar deberíamos lucir con chulería? A fin de cuentas, a todos nos gusta ser veteranos… Como el pobre Guy Martini, que ya catapultado a la gloria del paro ve cómo a Calixto Bieito le hacen la promoción en París y Madrid que no le hicieron a él. Será el caché, será la fama, será la mafia de la Junta. Pero de eso ya hablaremos otro día.
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