jueves, 11 de marzo de 2010

Ciao, Delibes


Se nos va. Extrema gravedad, con la familia alrededor, sedado e inconsciente, como se fue Sebastián, con los dioses mirando de reojo, anciano y con el clan a sus pies. Puede que para cuando leáis esto ya se haya ido uno de los hombres que acunó con su prosa dura y seca como su Castilla natal a toda una generación de españoles. El hombre que, como Jorge Luis Borges, se va a ir al limbo de los genios sin haber recibido un Nobel de Literatura que ahora se concede sólo si eres minoritario, periférico, aplastado por la historia o por alguna nación blanca imperialista. En Estocolmo deberían colgarse todos de algún puente porque, una vez más, un gran maestro de las letras hispánicas, eternas olvidadas, se van sin pena ni gloria. ¿Cómo es posible que vaya a morir Delibes, si es que no ha muerto ya, sin recibirlo,?, ¿cómo es posible que una lengua con 400 millones de hablantes consiga menos premiados que la lengua inglesa, que sólo tiene como hablantes maternos a la misma cantidad? Bueno, sí es comprensible: el poder. Ya saben lo de los premios literarios: a dedo, mirando el bolsillo y a los medios de comunicación. A ver si el Báltico se traga Suecia y nos reímos todos… bueno, no, eso sería ser muy pasional y radical. Mejor la mesura de saber que Delibes será infinitamente más leído que los últimos cuatro o cinco premios Nobel, que no son justos desde que se lo dieron a Gúnter Grass, allá por 1999.

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