Siempre ha sido más fácil ser soldado que general, eso seguro; porque recibir órdenes y excusarse con que la idea no haya salido bien será más descargado y sencillo que tener que pensar una idea. El general, si falla, se la carga con todo el equipo. Pero para poder ser Rey hace falta mucho más, especialmente cuando uno confía en malos soldados para hacer el trabajo sucio. Saber ser rey es fundamental para evitar que la tropa se le subleve a uno, y desde luego el látigo nunca funcionó. No le sirvió de nada la disciplina draconiana a Jerjes y Darío, ni a las SS de Hitler, ni al Ejército Rojo: siempre hubo grandes fracasos provocados por la brutalidad. En el trabajo moderno sucede lo mismo: sacar un látigo de siete colas y fustigar a los trabajadores sólo es un sinónimo de fracaso y falta de ideas.
Los malos generales dan gritos y aprietan las tuercas; los buenos líderes se limitan a crear el sentimiento de camaradería imprescindible para salir adelante en cualquier situación, a forjar lealtades, jamás levantan la voz para dar una orden (no lo necesitan, se hacen respetar por sus palabras y sus actos) y desde luego dejan la correa bien suelta, flexible, porque saben tirar cuando deben.
No vamos a repetir por enésima vez la metáfora del roble y el junco en la tormenta de la filosofía china, pero más de uno debería tenerlo en mente cuando tome decisiones. Especialmente aquellos que sí tienen madera y se sacrifican pero descargan su responsabilidad en malos chusqueros que confunden el mando con la chulería y las represalias. Tito Corleone jamás levantó la voz. Ni Eisenhower, ni Bradley ni Marco Aurelio. Y no sirve de excusa que el soldado en cuestión sea un memo reconocible a distancia. La cuestión es que por cada berrido mal dado un soldado más ya apunta con el arma a la espalda del chusquero, y eso genera una bola de nieve que crece hasta destrozarlo todo.
3 comentarios:
Algun ejemplo de esos lideres maravillosos que no levantan la voz y gobiernan a base de crear un espititu de camaraderia? o es que os habeis cabreado porque el jefe os ha levantado la voz?
A anónimo:
Hombre, o mujer, podría ser que tu defensa del "mal general" tuviera algo que ver con tu análisis (a nadie le apetece una reconvención), que no lo sé ni me importa, pero no podrías verlo desde la óptica de los "malos, a menudo, malísimos soldados?".
Y además, no seas irónico/a en tu primera parte del comentario: a tu pesar y sin cinismo, la inteligencia emocional y sus derivaciones son las que actualmente marcan las relaciones. Sal un poco de tu propio ombligo.
Otro anónimo muy lejano en la distancia física.
Aquí no hay jefes que valgan, porque Corso Expresso no tiene más horizonte que su propio ego y voluntad. Hablamos de aquellos, y aquellas (como podría ser el caso) que confían en necios/as para dirigir su reino, sin darse cuenta de que en realidad lo trituran. También las reinas que valen deben saber en qué chusqueras confiar: nada más.
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