lunes, 5 de octubre de 2009

82 samurais y el Museo Oriental de Salamanca


¡¡¡HEMOS VUELTO!!! En realidad dejamos a un becario al mando durante unos días de relax y resulta que se ha dedicado a jugar al Tetris y bajarse películas con muchas X en los títulos. No preocuparse, ya le hemos guillotinado y su cabeza juvenil decora ahora la chimenea de la sede del Equipo. 

Escribimos hoy de Salamanca y el famoso misterio del Museo de Arte Oriental del que hablamos tiempo atrás: las piezas son en su mayoría falsas, o copias recientes de las que fueron más antiguas. Sin una tasación pública a manos de expertos no se puede decir que una piedra es una talla Ming con seis siglos. Nosotros también podemos decir que el cuadro que tenemos en casa es de Picasso y negarnos a que lo tasen y valoren. Sin pruebas no hay bendición. La cuestión está en que uno de los dueños de la colección, Nicolás Gless, se hinchó como un globo mientras presentaba la nueva exposición 'Samurais: El alma de Japón' (82 grabados y 20 piezas de cerámica) cuando le volvieron a preguntar por ese tema y el presupuesto de una exposición de piezas privadas con dinero público. Lo que en cualquier otro país democrático del mundo sería lo más natural aquí es una rareza: de hecho, se cabreó con la prensa. Eso demuestra que si salta es por algo, que a todos estos arribistas y buhoneros fraudulentos se la trae al pairo la cosa pública y que nuestro dinero en impuestos, al menos la parte proporcional que le toca a Salamanca, se dedica a exponer piezas falsas. A eso se le llama fraude, aquí y en la China Popular, que diría Pepe Luis Carod-Rovira. Pero no importa, si don Julián dice que el cielo es verde y el sol malva, pues el cielo es verde y el sol es malva, como en 'La fierecilla domada'. Si Shakespeare estuviera vivo y le conociera, Dios nuestro, ¡¡qué gran comedia universal saldría de este burdel cultural!!

1 comentario:

Carlos dijo...

Esta bien que se pregunten esas cosas, porque para quien juega con el dinero de todos tendria que haber juicio y castigo, y no solo lo primero, al menos queda el castigo grafologico social.

Hay que seguir haciendo esas preguntas, aunque la respuesta sea una brabuconada barbarica de un hipoglucido con mas bilis que saliba, y con mas billetes que neuronas.