
El azul lo domina todo, la metáfora de la tristeza, pero también de la liberación en la iconografía revolucionaria a la manera francesa. Azul es libertad, blanco es igualdad, rojo es lucha y fraternidad. La protagonista se libera finalmente, pero lo hace a través de la asimilación de la pérdida, y para hacerlo termina la partitura que su marido músico fallecido había dejado inacabada. Entonces estalla la última versión final de su obra. El mismo tema inicial, esa canción de Europa, repetida por Priester al final pero con otra carga emocional. De las pocas cosas que ponen los pelos de punta a más de uno. Recomendamos la película, pero todavía más la banda sonora, porque el film no se entiende sin los acordes, pero sí estos sin las imágenes. Probablemente el músico le ganó la partida al cineasta.
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