En los grupos de teatro amateurs de todo el mundo llega el momento Shakespeare, en el que los actores tienen que enfrentarse a uno de los grandes monstruos de la literatura. Después de leerle ávidamente durante años, llegamos a la conclusión de que a Willy the Bard le pasaba lo mismo que a Homero, que debía ser trascendente y genial hasta para ir a mear. Introducirse en el mundo del bardo es complicado, porque el lector no tiene apenas ayudas a un lenguaje y una forma de escribir antediluviana. Un célebre actor inglés hablaba, en el documental maniaco depresivo de Al Pacino 'Looking for Richard', que la forma de hablar de Shakespeare ya no existía: "Para decir cógeme el vaso empezaba con 'usa las alas de Mercurio para atravesar el hogar y recoger con las manos el recipiente'". Dicho de otra forma: es un clásico y hay que ir a él de rodillas, y eso duele. Por eso hemos decidido, para todos esos actores y lectores salmantinos (y de fuera) que quieran ser un Hamlet cualquiera, una especie de guía culinaria para leer al bardo.
Aperitivo: Con paciencia, es mejor leer alguna que otra comedia costumbrista suya, para abrir boca. Recomendamos 'La fierecilla domada', 'Trabajos de amor perdidos', 'Como gustéis' o 'Mucho ruido y pocas nueces'. De esa forma el lector se hará con la forma de expresarse en dramaturgia de William y abrirá boca para otros platos de más calado. También puede leerse 'Romeo y Julieta', no por comedia sino porque su argumento está tan manido y es tan popular que leerlo no será complicado.
Primer plato: Aunque están dentro de la categoría de comedia, el siguiente escalón debería ser 'El mercader de Venecia', por ser de los textos más representados y usados, pero también habrá que ponerlo un poco más complicado. Coja usted un buen diccionario y atrévase con 'Sueño de una noche de verano' (¡viva la metáfora!). Son dos buenas opciones, y una tercera sería, por padecer de gula, 'Ricardo III'. Si sois capaces de leer esta obra maestra sin pestañear, entonces casi que no necesitáis la guía. Simplemente es sublime, especialmente el monólogo de Ricardo al principio: "Ahora, el invierno de nuestra perdición, se convirtió en verano por este sol de York...".
Segundo plato: Aquí viene la artillería pesada, las piedras de toque y las que siempre deberá atreverse en algún momento a leer. Es como hacer el amor, montar en bicicleta, sufrir la gripe o conducir: más tarde o más temprano tendrá que pasar por ello. Agarre también un buen diccionario y un paquete de Almax: por este orden, 'MacBeth', 'El rey Lear' y 'Hamlet'. Para nosotros estas tres son la Santísima Trinidad del bardo, a la que habría que añadir, creemos, 'Ricardo III'. Con esas cuatro ya está más que servido. Pero podría añadir 'Julio César' (muy buena, y con una excelente adaptación al cine de 1953 de Mankiewicz), 'Enrique IV' y 'Enrique V'. Vale, son muy buenas, pero para nuestro gusto no alcanzan a las otras cuatro.
Postre: Para cerrar podría atreverse con algo más que teatro, por ejemplo los 'Sonetos', tan famosos como la obra en drama. Otra opción es volver a la comedia. Quedarían en el tintero 'Noche de reyes', 'Las alegres comadres de Windsor', 'Los dos hidalgos de Verona' y 'Medida por medida'. Y una rareza que ha sido adaptada al cine por más de uno, pero disfrazada: 'Cuento de invierno'.
Bueno, pues ya tenéis el menú. Ahora depende de vuestra voluntad. Por supuesto se trata de leerlos en español, porque hacerlo en inglés como hizo varias veces LC es un poco quimérico. Se entiende, pero no se digiere gustosamente si no se termina de asimilar todas las acepciones del vocabulario. Eso sí, el reto final es leer 'Hamlet' en inglés: espectacular. Y una vez más, antes que nada, un buen diccionario. Lo necesitarán si no están acostumbrados.
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