Sí, es Stallone. Tranquilos, leed. Porque, en serio, no hacía falta hacer ‘Los mercenarios’. Lo malo de la industria americana del cine es que consume actores y actrices, directores y guionistas (incluso productores) con la misma voracidad de un Neptuno devorando a sus hijos al más puro estilo Goya. Sylvester Stallone fue una promesa de finales de los años 70 que creció para convertirse en el icono de un tipo de cine que ya pasó a mejor vida. Ahora, al borde la jubilación, lleno de botox por todos lados y más pasado de rosca que un motor trucado para carreras, presenta ‘Los mercenarios’ reuniendo a la mayor parte de los actores de acción más o menos llenos de esteroides desde los 80 para acá. No la hemos visto, pero en uno de los planos incluso aparece el otro que más guantazos ha dado, Arnold ‘Governator’ Schwarzenegger. Medio cameo vale por dos, y más con otro que también empieza a reflejar el daño de los esteroides. Y no hacía falta, de verdad, intentar reverdecer viejas glorias ochenteras. Stallone tiene en su haber tres películas encomiables: ‘Rocky’ (ojo, la primera, sólo la primera), que le valió tres Oscar (Mejor director, mejor película, mejor montaje), que ha envejecido no muy bien; ‘Rambo’, un clásico del cine de acción sobre las terribles secuelas psicológicas de la guerra de Vietnam y sus consecuencias, que ha envejecido más que dignamente: y ‘Copland’, un filme que ha pasado sin pena ni gloria pero que es quizás el mejor ejercicio de interpretación de Stallone en toda su vida.
Más allá de eso sólo quedan sus músculos, su particular forma de ver la vida, su boca torcida por un rictus nerviosos de la adolescencia, su grito “!!Adriaaan!!” y ese pulso muscular estilo Madelman que tuvo con Arnold durante muchos años. El tiempo los ha tratado mal a ambos: uno se ha convertido en un quiero y no puedo que intenta hacer lo que puede, que exprime al máximo su talento (poco, pero lo hace); el otro es gobernador de California, ha probado en sus carnes que la política es la guerra de aniquilación por otros medios y está más que escarmentado por la cantidad de guantazos le han dado, todos los que no le dieron en las películas. Ciertas cosas es mejor dejarlas estar, Stallone, vivir de tiempos mejores no es malo, lo hacen todos; en serio, no hacía falta que volvieras… De todas formas, vayan a verla. Un buen amigo asegura que se partió la caja de la risa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario