
Lentamente, sin prisa pero sin pausa, el abrazo del oso del dinero se cierne sobre los grandes museos. En un afán por abrir nuevos caminos y no ser simplemente arcones de pinturas del 1400 al 1950, la mayor parte de las grandes pinacotecas del mundo (excepto aquellas que sigan viéndose como guardianes de las esencias) abren puertas a la fotografía no tan artística y sí más mediática. El trabajo en los medios de comunicación (especialmente las revistas de papel cuché, donde una foto siempre luce más) es como una cuña que entra en lugares como el Thyssen-Bornemisza.
Y su próxima perla “popular” serán las series de Mario Testino, un fotógrafo peruano habituado a ‘Vogue’, ‘Vanity Fair’, ‘The Face’… y el resto de medios destinado a a exprimir al máximo las ilusiones, esperanzas y complejos femeninos. O artísticos. O de tendencias, esa expresión tan hueca como la cabeza de más de un coolhunter que en realidad simplemente resucita alguna década del siglo XX para salir del paso. Será a partir del 21 de septiembre. Una exposición (‘Mario Testino. Todo o nada’) con más de una cincuentena de fotografías (en la imagen, Natalia Vodianova, que sirve de imagen al cartel) que aglutinan el trabajo de Testino en moda (porque hay que comer, queridos) y el que hace por su cuenta y más cercano al arte fotográfico (el octavo, dicen).

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