jueves, 8 de abril de 2010

15 años de la Casa Lis

Quince años dan para mucho. La Casa Lis los ha cumplido siguiendo a pies juntillas la máxima que hemos repetido aquí hasta la saciedad: lo diferente llama la atención, lo diferente se distingue y sólo por eso gana más, lo diferente no sigue el rebaño. Llamadlo neurosis, pero aquí lo llamamos inteligencia: si se tiran todos por el barranco, el que se queda arriba sacando fotos es el listo. 

El ejemplo de por qué el Museo de Salamanca y otros museos (salvo el DA2, ésa es otra historia que no se puede medir igual) es un fracaso absoluto de la Junta de Castilla y León es el baremo de la cantidad, ése que usan los llorones cuando los críticos no les premian: 1,89 millones de visitas en quince años, sólo superado en la comunidad por la exposición Ieronimus en las catedrales Nueva y Vieja, frente a todo lo que pueda montarse en la ciudad. Un éxito construido alrededor de un estilo artístico tan burgués y elitista como el modernismo arquitectónico y decorativo del art déco y el art nouveau. Aplaudir con las orejas es lo que les falta, tan especializado que los españoles suelen pasar de la Casa Lis, que abre sus puertas a los que sí saben apreciarla: ingleses, franceses, italianos, checos y fascinados colonos americanos que ven todos los clichés de Europa resumidos en un edificio para su regocijo cortito de mente. Congratulations pues, y que sean quince más. 


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