Sangre nueva, sangre fresca: un cadáver, un asesino que se esconde, una escritora en ciernes a la que apadrinamos y queremos a partes iguales. La amistad hace extraños compañeros de viaje, como Noemí G. Sabugal y el Equipo de Corso Expresso, que puso al infame becario troglodita a corregir la novela que quedó finalista ayer del Premio Unicaja Fernando Quiñones con la novela ‘El asesinato de Sócrates Trigo’.
Debuta la leonesa con un zarpazo igual que el escudo que la distingue del resto de nacionales: algo tiene esa ciudad fundada por una de las más fieras legiones romanas y que fue una de las capitales medievales de Europa durante siglos, antes de ser hundida por Castilla en su favor (venga nacionalismo castellano, más antiguo que ninguno y arrinconado por la Historia). Parte del honor consiste en la publicación, para 2010, de la novela, la misma a la que le echamos un ojo y nos encantó por su verbo directo, melancólico y florido, deprimente y gris, donde los personajes van en consonancia con el realismo sucio que adorna toda la novela.
Texto clásico en sus formas narrativas en torno al género negro pero que se diferencia por su claridad y su total falta de trascendencia: Noemí se centra por completo en el interior de los personajes, en una historia paralela que es más la vida del inspector y de los que le rodean que el propio crimen, que se convierte en ocasiones en una línea secundaria que aflora de vez en cuando para decir eso de “sí, es una novela negra”. Quizás sean esas imágenes duras y hermosas en su tristeza y miseria moral y material donde está la belleza de los caídos, de los perdedores. Bueno, no tan perdedores a tenor del capítulo final, pero para esto tendrán que leérsela.
1 comentario:
Y para cuando la tuya? Por cierto, no sé si conoces esta página: http://www.lulu.com/
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