Nueva versión de ‘Fedra’ en Salamanca y otra demostración de por qué determinados personajillos deberían ser condenados al ostracismo. El divismo de la dentona belenense es de los que tiran de espaldas. Ya nos dijeron una vez que era la quinta esencia del pijismo rojo, de ese rojerío Ferrari del mírame y no me toques que llevo años en este oficio, nene. Así pues, no dejan de llegar mensajes celestiales de que a las vacas sagradas hay que fustigarlas, porque una vez llegan arriba (bueno, depende de lo que se considere “arriba”…) son como en la India: no se toca, no se mira y se le dan regalitos. Pues a cañonazos si hace falta. El respeto, y mucho más el respecto intelectual, hay que ganárselo. Y no se hace con malas maneras de uno de los esbirros de turno. Y a pulso, porque en el mundo del conocimiento y el talento artístico no se puede vivir de las rentas, hay que dar muestras de maestría cada determinado tiempo para que el respeto se mantenga, porque es una meritocracia y no una aristocracia. Y si no hay más combustible para nada, pues entonces se retira uno/a discretamente a una casita de campo a vivir relajadamente el resto de los días de vida. Porque subirse a las tablas para hacer ‘Fedra’ con esa cara de “apollardá”, la misma que pone cuando canta y encima meterle con calzador la tensión enajenada a un mito griego…, pues para eso se queda uno en casa. Vale, lo hace bien porque tiene oficio y experiencia, pero olvídense de saltos mortales, de esos segundos de angustia en los que el espectador se fusiona con el personaje en una sola cosa y vibran ambos al unísono. No, de eso no hay nada… Solo queda la sobreactuación y esa cara imposible en momentos emocionales imposibles. Por cierto, ¿alguien vende en Ebay algún látigo egipcio de siete colas?
PD: Esto pasa por no ser más flexibles y amigables con los medios...
1 comentario:
Creo que la Fedra de la señora Ana Belén es blandi, blandi... Me encantó el texto.
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