miércoles, 17 de febrero de 2010

Goya y Buenafuente

Lo sabemos, cinco días sin nosotros es demasiado, pero había una buena razón: el santo adelante.

Goya: pintor aragonés de gran talento que por locura, talento o circunstancias de la vida se convirtió en un pionero de la pintura no figurativa, expresionista y psicológica. Fue, quizás, el primero de los modernos. 

Goyas: premios de la Academia de Cine española que por primera vez fueron como debe ser unos premios al cine, con un ojo puesto en el talento y otro en el público. Además, por fin la gala encontró las dos claves que la hicieron amena, rápida y divertida. Primero Andreu Buenafuente, que pasito a pasito ha salido del reducto catalán para convertirse en el showman preferido de España: ni muy rojo ni muy culé ni muy catalán, sino todo lo contrario y lo mismo a la vez. Segundo: no hay publicidad, lo que le dio ritmo, nos ahorró las paradas cansinas que ralentizaban la gala y por breves momentos parecía que Buenafuente estaba en su programa y no en un palacio del cine. 

Respecto a quién ganó los premios queda claro que por primera vez en mucho tiempo ganó el cine de género, y nos alegramos, hartos de ver cómo cada temporada ganaban los mismos acólitos del reducto setentero del gremio nacional del cine. Nos alegramos por 'Celda 211' y por 'Ágora', es cine de verdad, no por ser atractivo sino porque entiende que una película es una historia de ficción que debe enganchar y tener algo más que verosimilitud. No obstante, siempre quedarán trogloditas que piensen que Amenábar es un gay flojeras y que 'Celda 211' es una fantasmada y que los presos no se comportan así. Igual lo que necesitan es pasarse una temporada por la galería C de Topas, o comprarse un lóbulo frontal nuevo. Un ser sin imaginación ni ganas de romper fronteras no merece ninguna atención. Sinceramente. 


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