martes, 2 de febrero de 2010

Google vs China

Ya estamos aquí, no preocuparse. Y con una curiosidad cultural: ¿qué podrá más, la voluntad de dar por el saco al tirano o el poder omnímodo de un tirano? Aquí hemos puesto muchas trabas a China por una razón: no respetan al individuo, lo machacan, lo conciben como una hormiga que no es más que una pieza de su imperio de producir barato y crecer rápido. Nos da miedo un mundo donde China sea primer potencia. Ahora, eso sí, es de pies de barro. O cuando menos, de arcilla. Mucho dinero, mucha fábrica, mucho poder intimidatorio, pero le va a pasar como al Barça, que cuanto mejor juega más puyas y escupitajos recibe.


Nadie tolera al número 1, al poderoso, al que todo lo puede. Y si encima es un monstruo que se pasa la democracia por el forro, entonces más todavía. Ante la erótica del poder absoluto siempre quedará el placer instintivo del resistente. Google, que antaño le hizo el juego a China por el dinero, ahora se le rebela y le hace un soberano corte de mangas que nos congratula (como al monje de 'El Informal'). Google está dirigido por esa nueva casta de ciberlistillos que inauguraron Gates y Jobs, y cada movimiento que hacen está perfectamente pensado. El primero, mirar para otro lado ante los abusos chinos; y el segundo, patearle en la entrepierna. China no puede ponerle puertas al campo de la red, porque por cada dirección que bloqueen los afanosos hackers chinos al servicio del Partido, Google creará otro nudo, otra IP, otro espacio desconocido desde el que poder redigirir su mensaje. Lo más cachondo ese que China se enfrenta a la empresa con mayor capacidad de sostener contenidos en todo el mundo. Porque como dice un amigo, "Google es Dios, pregúntale lo que quieras".

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