lunes, 20 de febrero de 2012

Ni puñetera idea


Fíjense bien en el señor de la foto: no tiene ni idea de lo que tiene entre manos. Su parecido, algo más decadente, con el actual presidente del Gobierno es algo más que una coincidencia, es una demostración de que la España profunda existe y ha puesto el culo en el trono. Unos por conservadores, y el de la foto, por inoperancia. Anoche, en el discurso oficial de la Academia, dijo algo que le va a perseguir para siempre: "Internet aún no forma parte de la actividad económica del cine". Eso se llama "soplapollez", por no decir gilipollez, ignorancia o falta de visión. Y si encima Molina Foix y otros pardillines de la vida le hacen los coros, pues más todavía.

La figura de un visionario pionero como Álex de la Iglesia se acrecienta a pasos agigantados. Sus dos años al frente de la institución fueron los mejores en mucho tiempo: se modernizó, se crearon nuevas vías, consiguió que Almodóvar entrara en razón y se comportara como un ser humano y no una Maria Callas más, logró que Buenafuente pasara por el escenario... y sobre todo planteó el futuro ligado a la red. Hasta que el gremio sacó su corporativismo, su victimismo y terminó poniendo en el trono a un señor mayor más acorde con los 80 que con el arranque de la segunda década del nuevo siglo.


Negar el presente y diferirlo hacia el futuro es una forma de no tomar decisiones fundamentales para el cine y su supervivencia. Y las cosas que no evolucionan, se revolucionan o mueren. De momento el cine de género (thriller y ciencia-ficción) reclamó anoche su lugar en el mundo con 'No habrá paz para los malvados' y 'Eva', pero todavía queda mucho camino. Hay que reformular las subvenciones (apoyar a los que empiezan y no resolverle el presupuesto a las vacas sagradas) y apoyarse en lo que da dinero (las televisiones, asociarlas, no obligarlas a pasar por caja como si fuera un impuesto revolucionario) para poder crear una industria. Si hubiera más 'Torrente' por año todo iría mejor, por mucho que huela a soez. Pero, la verdad, ya da igual, a nadie parece interesarle que el cine nacional sobreviva, porque entre todos lo están dejando morir con una mezcla de miopía y conservadurismo digna de los nobles franceses en 1789.



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