domingo, 12 de febrero de 2012

El Síndrome María Antonieta



Ya que últimamente la cultura está bajo cero y no hay mucho digno de lo que hablar, pero sí muchos problemas políticos, quizás sea hora de recordarle a los memos que nos gobiernan, y nos gobernaban, que existe algo llamado Síndrome María Antonieta. Es una historia muy graciosa, y os la vamos a contar. Seguro que todos recuerdan a aquella reina francesa de origen austriaco que gastaba a manos llenas en Versalles mientras su atolondrado marido, Luis XVI, a la postre vivo ejemplo de la leyenda de la gallina que corría sin cabeza, hacía oídos sordos al murmullo popular de un pueblo cabreado, aplastado y humillado. No se puede fustigar a los de abajo por mucho tiempo, por su bien, porque los países que maltratan a sus individuos suelen terminar como aquella reina que vivía en una burbuja. Es una de las tres primeras reglas del arte del bueno gobierno desde Pericles, Augusto, Marco Aurelio, Carlomagno, Confucio o Washington.

Queremos decir que la mayor parte de la clase política española, y especialmente los sindicatos (que no tienen coj.. para hacer siquiera una huelga general ante el despido libre encubierto de la reforma laboral), se parecen peligrosamente a esa María Antonieta que cuando le contaban que el pueblo pasaba hambre porque no había pan contestó eso de "pues que coman pasteles".

Los españoles llevan mucho tiempo siendo demasiado rusos (soportando las coces del burro sin decir ni mu) y muy poco siendo franceses o americanos, o incluso ingleses. Tres pueblos despreciados por el nacionalismo barato de las Españas pero que son la guía de viaje de un país que intenta ser mejor. Alguien debería decirles que María Antonieta era muy querida por las marujas y los nobles, pero que terminó igual que su marido: el cuello mirando a Cuenca y la cabeza en un cesto de mimbre. Rajoy y el PP aguantan porque llevan tres meses y poco más mandando y todavía tardará la mierda y la sangre en salpicarles, pero por cada carga policial, cada manifestación, cada "garzonada" más que el pueblo vea, se acercarán más a esos desharrapados que pedían pan en las verjas de Versalles y que fueron disueltos a tiro limpio. La opción de la violencia popular desatada es una opción cada día más cercana.


El Síndrome María Antonieta es una realidad palpable en muchos zoquetes del Gobierno y la oposición, igual que en la alta burguesía que pide y pide, exige y exige, sin darse cuenta de que todo los reyes y líderes de la Historia sabían que al esclavo no se le aprieta hasta el final, porque luego aparece un Espartaco de turno que no tiene nada que perder y ya la tenemos liada. Lo malo es que lo del "pan y circo" ya ni siquiera existe, y la crudeza del dolor de la pobreza y la necesidad son fantasmas que no se dejan atrapar y deambulan por ahí con ganas de pegarle fuego al mundo. O de cortarle la cabeza a María Antonieta. Lo único es que igual la próxima tarada decapitada resulta tener barba, acento gallego y una manifiesta necesidad de un logopeda. Es un aviso gratuito: recordad lo de la Bastilla, porque cabrear a Merkel o a Bruselas, o al FMI o al mercado puede no ser lo peor que os pase. Pequeñuelos.



No hay comentarios: