Unos cuantos días más de Fàcyl y terminamos por comprender que ya es evidente que tiene tres puntos clave: 1. Que la falta de presupuesto ha borrado la presencia en la calle del festival, dejando fuera así todo lo bueno que tenía de rostro público; 2. Que hace falta muchísima más pedagogía, pero muchísima más, por parte de la organización, especialmente con el público masivo si realmente quieren engancharle; y 3. Que todo lo que sea hacer de imán para los universitarios es una promesa de tener más respuesta. Pero en realidad no se sabe qué hacer para reflotar algo que llegó como un regalo desde Valladolid y que unos siete años después no termina de encajar en una ciudad demasiado encerrada en sí misma como para entender que lo que le traen es de calidad pero difícil de asimilar. Este año no hay excusa: tanto los espectáculos de calle como los de Barrios o los conciertos son perfectamente asimilables por el más común de los mortales. El teatro de sala es otra cosa, pero como hay que pagar entendemos que los renuentes nunca pasarán por taquilla, así que va quien quiere ir: eso sí, esa minoría no llena. Nos quedamos, por ahora, con el Cirque Mandingue (en la foto), con Forced Entertaiment y con el Teatro Nacional de Mannheim. Y seguimos contando.
jueves, 9 de junio de 2011
Se acerca el final del Fàcyl
Unos cuantos días más de Fàcyl y terminamos por comprender que ya es evidente que tiene tres puntos clave: 1. Que la falta de presupuesto ha borrado la presencia en la calle del festival, dejando fuera así todo lo bueno que tenía de rostro público; 2. Que hace falta muchísima más pedagogía, pero muchísima más, por parte de la organización, especialmente con el público masivo si realmente quieren engancharle; y 3. Que todo lo que sea hacer de imán para los universitarios es una promesa de tener más respuesta. Pero en realidad no se sabe qué hacer para reflotar algo que llegó como un regalo desde Valladolid y que unos siete años después no termina de encajar en una ciudad demasiado encerrada en sí misma como para entender que lo que le traen es de calidad pero difícil de asimilar. Este año no hay excusa: tanto los espectáculos de calle como los de Barrios o los conciertos son perfectamente asimilables por el más común de los mortales. El teatro de sala es otra cosa, pero como hay que pagar entendemos que los renuentes nunca pasarán por taquilla, así que va quien quiere ir: eso sí, esa minoría no llena. Nos quedamos, por ahora, con el Cirque Mandingue (en la foto), con Forced Entertaiment y con el Teatro Nacional de Mannheim. Y seguimos contando.
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