Esto va por todos los medios: hoy lloran la inutilidad del Festival de las Artes, mañana llorarán porque se ha ido a Valladolid, donde una ciudad "menos docta y culta" pero sí mucho más práctica y quizás inteligente recibirá con los brazos abiertos al Fàcyl. Dicen que no atrae turismo, pero tampoco la ciudad atrae inversiones empresariales. El turismo, dicen los nuevos gurús económicos, es la trampa de la comida fácil: lo tienen aquellos que no pueden tener industria real. Si los hoteles no se llenan, entonces todo está mal y resulta que las artes no sirven para nada. Nunca el reduccionismo económico rebuznó tan lejos. Con aciertos o desaciertos, lo verdaderamente real es que el Festival de las Artes es la única actividad cultural seria y organizada de la que goza la ciudad más allá de algunos ciclos municipales o universitarios, donde el dinero escasea y donde tampoco se han interesado por estimular la inversión privada.
Si el Fàcyl, que arrancó anoche con llenazo en el Patio de Escuelas para ver a Russian Red y con un casi lleno en la Clerecía para el oratorio 'Vitae Mysterium', sobrevive a la crisis económica y consigue volver a aparecer en 2012 y 2013, lo más probable es que no sea aquí. Sólo con trasladarlo a octubre o noviembre las cosas serían muy diferentes: su sangre son los universitarios, gente sin aparatajes mentales que dificulten las experiencias vanguardistas, a los que se les pueda enseñar lo nuevo sin esperar de ellos críticas materialistas ni los típicos tópicos de una población demasiado envejecida antes incluso de ser ancianos (viejos de 40 años, lo llaman). Hay mucho aprendiz de Boabdil el Chico suelto. León de la Riva espera pacientemente, afilándose los colmillos, susurrando "Fácyl, Fácyl" en los oídos correctos...
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