lunes, 13 de junio de 2011

Persiguiendo fantasmas


Primero fue en España, luego en Turquía: dos países unidos por el miedo a todo aquello cuyos estados y administraciones no pueden controlar. Intenta acabar con ese grupúsculo ácrata llamado Anonymous, que no deja de asaltar webs oficiales o privadas que vayan en contra suya. No deja de comportarse como lo haría cualquier otro tipo de grupo terrorista o insurgente; personalmente a veces nos recuerdan a aquellos locos de 1776 que iban por las calles de Boston, Baltimore, Plymouth o Philadelphia gritando aquello de "sin representación no hay impuestos" o cosas así. Aquello terminó como terminó. Esto, quizás, vaya por el mismo camino, pero como la historia nunca se repite de la misma forma, será otro tipo de revolución, más silenciosa y que seguirá asaltando las barreras.

¿Creen esos estados que deteniendo a las personas físicas se hace desaparecer algo así? Esto no es como matar a Bin Laden: otros cogerán el testigo. No es como luchar contra un grupo terrorista, que necesita su presencia y existencia física con una estructura, esto es más una gran ameba que pulula por la red. Al mismo tiempo que la Policía Nacional detenía en Madrid a los "cabecillas" del grupo en España ya estaban atacando la web de la misma policía. Eso debería dar a entender que desde una isla remota del Pacífico, con una conexión en un sótano se puede hacer este tipo de guerra de guerrillas. Eso sí, queda claro que da igual que quien gobierne tenga una ideología u otra, simplemente es cuestión de quién controla qué y cómo. Aquí, cada vez más cerca de Jefferson, Franklyn y compañía.


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