En Gijón hay varios ejemplos: el Instituto Jovellanos se centra en la fotografía y une educación con cultura, una prueba de ello es Press Photo 09, organizada por la Caixa para la institución. Otro más es el Teatro Jovellanos, que se atreve con obras que no se han visto ni en Salamanca ni en muchos otros lugares, quizás sólo en las cuatro grandes (Madrid, Barcelona, Bilbao, y luego Valencia, Sevilla o Zaragoza). Y después está ese monstruo de aspecto británico y francés, en función de por dónde se mire, y también un símbolo de la arquitectura franquista, la Laboral. En Asturias es ya un referente, histórico, educativo, pero ahora también cultural. Pero las habas son un cuece-cuece que no deja de dar muestras de que la política y la intención social no para de ejecutar ideas. Empezó en manos de la vanguardia asturiana, pasó luego a las de José Luis Moreno (como reacción al excesivo elitismo cultural de los primeros) para terminar más tarde en las de programadores de esa cuerda.
La comparación entre las tres programaciones no aguanta un asalto, pero es una demostración también de que la eterna elección no funciona fuera de las metrópolis. La Casa Encendida y la Fundación Telefónica van por un lado, y el resto del país por otro. No todos pueden tener un Macba o un CCCM, o el Caixa Forum Madrid... pero sí una Laboral. Resumiendo: mucho edificio para poco uso. Quizás devolviéndolo al ámbito universitario sí se pudiera cumplimentar del todo la misión de que ese monstruo pardo terminara por ser un símbolo. Merece la pena invertir mucho más en la Laboral, darle la dimensión que merece, que desde sus piedras se pueda competir con el otro monstruo del norte, el de titanio, el Guggenheim.
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