domingo, 17 de abril de 2011

Guerra Civil y huevos de oro


La abundancia termina por matar la gallina de los huevos de oro. La Guerra Civil española no se ha superado, a la vista está: cómo han triturado a Garzón, cómo se mira con desprecio al desenterramiento de las fosas comunes, cómo unos y otros siguen usando a sus muertos como armas arrojadizas... Hay demasiados ensayos históricos, demasiados autores hablando sin parar de quién era el cabrón y quién la víctima, demasiados periodistas cacareando a sueldo. Hay demasiadas películas monocordes, y muy poca distancia histórica. Al final han matado el subgénero bélico español, convertido ya en pasto de los tertulianos.

Tener distancia del suceso histórico es el primer paso para poder digerir un suceso histórico. Al lado de la Segunda Guerra Mundial lo ocurrido entre 1936 y 1939 es una minucia. No es un conflicto vendible fuera de España, ni siquiera en su calado romántico, a pesar de que ya son varios los directores extranjeros que han metido la guerra en su carrera cinematográfica. Pero al final lo que queda es lo que en cierta ocasión contó Antony Beevor: "No hay mayor puñetazo moral que leer las palabras y recuerdos de los que lucharon. Ningún escritor supera eso. Los astutos saben aprovecharse de eso". Quizás por eso él rellena sus ensayos con testimonios directos de los soldados y corresponsales. Al final la Guerra Civil es un tópico más, una gran llanura de ideas en las que cualquiera puede plantar su obelisco a la memoria de los caídos, vencedores o vencidos, pero sin perspectiva. España no supera la Guerra Civil, y quizás hará falta que las generaciones de los años 30 y 40 también desaparezcan (no diremos la de los 50, que ya es mucho, ¿no?) para que empecemos todos a no tentarnos la ropa cuando digan eso de "aquel julio del 36". El vivo al bollo y el muerto (el franquismo) al hoyo.

Pero, ¿y los que han tenido en suerte, o en desgracia, la tarea de intentar contar la Guerra Civil de otra forma por herencia familiar o que llevan años planeando un libro que no llega porque la fuente no suelta prenda? Ya no queda apenas sitio para contar aquel horror desde otra perspectiva, todo está ya contado o polarizado, y eso en un país donde la mitad de los adolescentes ni siquiera saben quién era Franco y lo confunden con Suárez o Calvo Sotelo. ¿Qué pasaría si alguien quisiera contar la historia de un soldado enrolado a la fuerza, preso en el País Vasco y convertido en carne de cañón en el Frente del Ebro, que conoció a la que sería su esposa porque le pasaba mendrugos de pan entre los barrotes de la cárcel?


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno el intento. Sebastián

Postdata: En este caleidoscopio histórico siempre hay una nueva visión