miércoles, 9 de junio de 2010

Bieito no es de este mundo

Definitivamente el Reino de Calixto Bieito no es de este mundo. Dijo hace unos días que en un auditorio como el CAEM en Alemania habría 200 técnicos para su programación, no dos o tres como aquí. Pues claro, porque no se puede comparar un país donde los teatros y los auditorios se llenan hasta arriba con otro donde sólo pone el completo Arturo Fernández. No es de este mundo. 

Un vistazo al público del Fàcyl en sala o en determinadas calles demuestra de qué pasta está hecha la ciudad: mayoría de estudiantes extranjeros y jubilados que a la mínima se van o se quejan de cómo se gasta el dinero. Ya saben, esa frase de “No sé si habrá dinero, pero para tontás seguro”. Un fotógrafo salmantino, al ver una escena semejante dijo entre dientes eso de “Nos quedan 10 o quince años”. “¿Para qué?”, preguntó un becario, “Para que estos la espichen”, contestó el otro. El problema es que, crueldades aparte, la siguiente generación no es mejor que la anterior, y la surgida entre 1975 y 1982 parece más preparada, pero no por ello más culta. No hay meritocracia, no hay liberalidad en la sociedad, no hay ese impulso educador y forjador de otras culturas donde lo fundamental es que el hijo sea mejor que el padre y no otro mantenido más. Igual, si fuéramos todos confucianos, protestantes o aristotélicos, entonces seríamos una nación mejor, de hombres y mujeres inteligentes y no simples paseantes de la vida.

No hay amor por aprender, por saber, por el conocimiento, sólo un amor desmedido por la vida cómoda de la clase media (trabajo, coche, casa, hipoteca, hijos no demasiado imbéciles y dinero para cañas y tapas) y por ese bonito ciclo biológico de nacer-crecer-reproducirse-envejecer-morir que corroe y destruye hasta el último aliento de cambio. Cuando De la Rochelle ingresó en las filas del ejército de la Francia Libre, un sargento le preguntó si era un hombre o una oveja, un machote o un cobarde. Él le contestó “Soy rey de mi mismo, ¿y tú?”. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo has clavado, Corso