sábado, 5 de junio de 2010

Todo es más "Fàcyl" con música

Genial. Calixto Bieito, bajito, calvo, ingenioso y algo divo, ya tiene un punto a su favor, muy gordo y gracias a la Oscyl, a un director como Jimmy Chiang, al chelo de Marc Coppey y a la voz “brunildea” de Leandra Overmann. Se atrevió Bieito a meter una orquesta y música del siglo XX (ya saben, diatonal, disfuncional, sin aparente sentido estético y muy complicada para el oído sin entrenamiento) en la Catedral Vieja y le salió la jugada que ni bordada. Conseguimos ir al concierto (sin becario, que hay que hacer guardia) y todavía nos duelen las manos de aplaudir. Ligeti y Varèse, uno lánguido y espacial, el otro brioso y rocambolesco, antagónicos pero unidos ambos por su condición de padres de esas música “clásica contemporánea”, una formulación que no puede ser más contradictoria. 

Y sin embargo es eso. Una Catedral que, por cierto, es más hermosa que su hermana menor y más grande. No por más altura un templo medieval es más bello y equilibrado, ni contiene esos capiteles que parecen salir de un libro de Umberto Eco, algunos casi cantando a coro con Overmann en su pequeña pero teatralizada intervención. Nos quedamos con el iniciático y distante Ligeti, capaz de convertir los silencios en una parte más de una partitura, que hace soñar, que amodorra e inspira por igual. Y Varèse, nuestro descubrimiento particular: nunca la percusión a toda costa hizo tanto por la música. Su retrato de América en las dos piezas ‘Ameriques’ y ‘Offrende’ convierten la música en un latigazo largo y repetitivo, que enardece, que puso a la gente al margen mismo de saltar en los bancos de la nave central. Dicho con rima, “Todo es más Fàcyl con música”.

No hay comentarios: