Lo dijo Larsson, que fue periodista económico durante un tiempo, y también lo decimos nosotros, que conocemos a más de uno: no hay nada más corrupto que un periodista económico, acepta dinero, manipula la información al gusto de quien le pague y sus miedos son sus cadenas (el poder del dinero, que diría el otro). Un ejemplo está en cómo unos y otros se han puesto a sacudir o defender España de los especuladores.

Pero no menos corrupto es el Cid Campeador postizo que se ha agenciado España, que niega la mayor, que hace lo que le pide el PSOE, Prisa, Mediapro o sus colegas; éste también vende sus manos, su mente y su talento (escasito, por cierto) para defender a unos bancos que maquillan las cuentas (como todos en el mundo) y que dicen que nuestro país es como una roca. Piedra, sí, pero agrietada y erosionada por los elementos (sobre todo, el paro). Al final da igual quién gobierne, lo que importa es que hay 5 millones de parados, que nadie tiene varitas mágicas (y Marianguti menos) y que esto es cosa de sangre, sudor y lágrimas. Cuando la tormenta pase y los tiburones y los paladines estén a otra cosa, nadie se acordará de nada. Y todos seguiremos igual de machacados. Al final no es que Dios exista, es que tendrá que existir para que alguien ponga a tanto radical libre en su sitio, que paguen por mentir a favor o en contra. Y si su hijo se hace periodista económico, ponga cruces en su puerta y rece un Ave María cuando lo vea. Es el diablo...
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