lunes, 21 de junio de 2010

Periodismo, economía y corrupción

Lo dijo Larsson, que fue periodista económico durante un tiempo, y también lo decimos nosotros, que conocemos a más de uno: no hay nada más corrupto que un periodista económico, acepta dinero, manipula la información al gusto de quien le pague y sus miedos son sus cadenas (el poder del dinero, que diría el otro). Un ejemplo está en cómo unos y otros se han puesto a sacudir o defender España de los especuladores.
Los que atacan porque sirven al amo que les da de comer en The Wall Street Journal, The Times, Daily Telegraph, Financial Times o los suplementos de economía del New Yort Times: su voracidad se traduce en decenas de artículos de opinión (porque manipular las noticias es más duro) contra la solvencia financiera del sistema bancario nacional. Darle al socialista simplemente porque no es de derechas (los mismos que han pergreñado esta crisis con sus desmanes, porque el mercado libre ya es como isla Tortuga en 1660), porque los fondos de inversión anglosajones tienen apuestas a la baja sobre la deuda española y porque en EEUU y Gran Bretaña se ponen cachondos soñando la muerte de la Unión Europea. Y por el dinero se puede conseguir. Ah, el gran amigo inglés (tan admirado, tan despreciado, tan miserablemente hipócrita en cada cosa que hace).
Pero no menos corrupto es el Cid Campeador postizo que se ha agenciado España, que niega la mayor, que hace lo que le pide el PSOE, Prisa, Mediapro o sus colegas; éste también vende sus manos, su mente y su talento (escasito, por cierto) para defender a unos bancos que maquillan las cuentas (como todos en el mundo) y que dicen que nuestro país es como una roca. Piedra, sí, pero agrietada y erosionada por los elementos (sobre todo, el paro). Al final da igual quién gobierne, lo que importa es que hay 5 millones de parados, que nadie tiene varitas mágicas (y Marianguti menos) y que esto es cosa de sangre, sudor y lágrimas. Cuando la tormenta pase y los tiburones y los paladines estén a otra cosa, nadie se acordará de nada. Y todos seguiremos igual de machacados. Al final no es que Dios exista, es que tendrá que existir para que alguien ponga a tanto radical libre en su sitio, que paguen por mentir a favor o en contra. Y si su hijo se hace periodista económico, ponga cruces en su puerta y rece un Ave María cuando lo vea. Es el diablo...

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