Y volvemos una y otra vez sobre Shakespeare, uno de los tres dioses absolutos de las Letras, quizás la parte más humanista de esa Santísima Trinidad. Y regresamos por lo de “algo huele a podrido en el Estado de Cervantes”, que no de Dinamarca, porque le han dado el premio más importante de la lengua española a José Emilio Pacheco, a la sazón Premio Reina Sofía organizado entre la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional. Dos en uno, todo en el mismo año. El tufo a manipulación editorial e institucional huele desde los Pirineos: este hombre, gran poeta, se pasó la mayor parte de su vida ajeno a los grandes medios y premios (en España) y ahora de repente le caen los dos más grandes de su género. ¿Se está muriendo o algo así? Estas cosas sólo suelen pasarle a los ancianos con un pie en la tumba, pero el “buenrrollismo” literario empieza a crecer como un tsunami y se extiende a todo, igual que con los Premios Príncipe de Asturias.
No dudamos de la calidad literaria de Pacheco, pero queda evidente que a toro pasado empieza a cobrar un valor supremo el acto de desprecio y renuncia de Sartre cuando le dijo al Comité Nobel aquello de “el dinero y el medallón se lo mete usted por…”. Renunciar a un premio será el antídoto perfecto para ganar en prestigio, porque las listas de gente con medallón y cheque se hacen en un suspiro, pero siempre se acuerda luego la gente de los que les dieron una patada en el culo. Imagínense a Pérez-Reverte el día que le den el Premio Cervantes: en el Aula Magna de Alcalá de Henares, con el pelo rapado al estilo Easy Company y barba media de mosquetero cabreado diciendo eso de “Majestad, señoras y señores, no necesito esto así que cogen ustedes al manco lepantino y se lo meten por…”. Qué gusto por favor. Lo malo es que los premios suelen venir pegaditos a un cheque, y eso ya es más complicado. Porque como dijo el tercer miembro trinitario, “Poderoso caballero es don Dinero”. Pero sin riesgo no hay gloria, y sin acidez no hay leyenda.
PD: De todas formas recomendamos leer la antología de Pacheco, ‘Contraelegía’, merece la pena aunque no les entre el verso ni con calzador, como a más de uno por aquí.
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