viernes, 25 de diciembre de 2009

El ojo que os mira

En Navidad no se mueven ni las alas de las moscas. Del frío y de la apatía. La cultura se convierte en ese recurso accesible por dinero donde lo que importa es el ocio, no el conocimiento. Y desde que regenta el burdel Little Julius apenas hay oportunidades de saber dónde está la frontera entre ocio para las masas e industria cultural. Porque sí, queridos, hay diferencias. La primera es una rancia versión de temas ya trillados hasta el agotamiento, reconvertidos en paquetes cómodos y fáciles de consumir, que no plantean problemas al público (respetable sólo a veces) y de los que se puede exprimir algo. Es como todo lo dirigido a las masas: ramplón, simple, a veces incluso rozando la mediocridad. Está en esa zona gris tan fácilmente dominable por la gente, sea cual sea su capacidad.


Luego está la industria cultural, la misma capaz de generar productos que rompen y destrozan lo establecido. El arte lleva ya más de 200 años de carga de caballería contra lo aceptable y gris que tanto gusta a la masa. Hemos pasado del arte para las élites al arte para las masas, y en medio, el arte para los resistentes. Ahí es donde está la grandeza cultural, donde está esa industria que se lucra provocando al pueblo y poniéndolo en la picota. Por eso 'True Blood' arrasa en un país tan mojigato e hipócrita como EEUU, y por eso aquí el new art de Londres no entra ni con calzador.

Cada nación tiene sus líneas rojas, y en Salamanca no las traspasa nadie, no vaya a ser que se nos caiga el invento y la buena forma de vivir. Básicamente, en Salamanca no hay coj... para hacer algo que merezca la pena, porque se vive colgado del dinero ajeno y no del propio. Y así no se va a ningún lado. El primer paso de la grandeza es la diferencia. El segundo, la independencia económica; el tercero, la imaginación; el cuarto, cierta dosis de idealismo. Pensábamos que en Salamanca había gente así, pero vemos que incluso los que se amordazaron como gesto simbólico hace más o menos un año en la Plaza Mayor son igual de grises que los que gobiernan. Apunten esto: almas pequeñas, ideas pequeñas. Todo lo demás son excusas. No se puede admirar ni aupar a quien no se arriesga. Ejemplo: Enrique Marty. Y el que no lo entienda es porque ve el mundo en blanco y negro, es decir, en gris. Aprovechen todos estos días libres para arar el campo de neuronas y sacar algo interesante.

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