
Luego está la industria cultural, la misma capaz de generar productos que rompen y destrozan lo establecido. El arte lleva ya más de 200 años de carga de caballería contra lo aceptable y gris que tanto gusta a la masa. Hemos pasado del arte para las élites al arte para las masas, y en medio, el arte para los resistentes. Ahí es donde está la grandeza cultural, donde está esa industria que se lucra provocando al pueblo y poniéndolo en la picota. Por eso 'True Blood' arrasa en un país tan mojigato e hipócrita como EEUU, y por eso aquí el new art de Londres no entra ni con calzador.
Cada nación tiene sus líneas rojas, y en Salamanca no las traspasa nadie, no vaya a ser que se nos caiga el invento y la buena forma de vivir. Básicamente, en Salamanca no hay coj... para hacer algo que merezca la pena, porque se vive colgado del dinero ajeno y no del propio. Y así no se va a ningún lado. El primer paso de la grandeza es la diferencia. El segundo, la independencia económica; el tercero, la imaginación; el cuarto, cierta dosis de idealismo. Pensábamos que en Salamanca había gente así, pero vemos que incluso los que se amordazaron como gesto simbólico hace más o menos un año en la Plaza Mayor son igual de grises que los que gobiernan. Apunten esto: almas pequeñas, ideas pequeñas. Todo lo demás son excusas. No se puede admirar ni aupar a quien no se arriesga. Ejemplo: Enrique Marty. Y el que no lo entienda es porque ve el mundo en blanco y negro, es decir, en gris. Aprovechen todos estos días libres para arar el campo de neuronas y sacar algo interesante.
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