domingo, 29 de enero de 2012

Dos abuelos salvan el negocio


Ya está en marcha otra vez la verdadera máquina de hacer dinero de la música española. Dos veteranos que han sido noticia por pasar por los hospitales más de lo recomendable, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, se enfrascan en su segunda gira conjunta, 'La orquesta del Titanic', después de que la anterior forjara una pequeña fortuna vikinga al asalto de cada ciudad y capital de provincias. Es posible que vuelvan a Salamanca dado la mansalva de dinero que hicieron aquí con sus conciertos.


Pros: son los únicos, junto con Amaral y Fito, que pueden presumir de ser rentables de verdad, de ser músicos de verdad. Nos gusten más o menos, hay que reverenciar la técnica en directo de Fito, la capacidad de Amaral para no perder comba (aunque quizás eran más músicos antes que ahora) y desde luego la veteranía es un grado. Sabina es Sabina, te guste más, menos o nada. Todos hemos coreado alguna canción, y le reconocemos el mérito de ser bardo urbano, aunque ya trabajan más otros por él que él mismo... por cierto. En cuanto a Serrat, pues otro tanto, son dos caras de la misma moneda: antiguos cantautores reconvertidos en poetas musicados. Serrat es a Barcelona y Cataluña lo que Sabina a Madrid y su entorno urbano. Sostienen la industria musical por sí solos, porque a pesar de los años y las polillas, son auténticos en su formato.

Contras: quizás la misma razón para hacerles la ola, que son producto de industria. Tener que seguir colgados de la maquinita registradora de estos dos es casi trágico para la música en España, abotargada entre el mini star system indie que no para de producir divas y banda-divos más que música de verdad (salvo por, quizás, Vetusta Morla y los catalanes de Manel) y los enlatados sonidos latino-flamencos que engrasan horrendos monstruos como David Bisbal y Alejandro Sanz. Entre medias el folk sigue arrinconado (mezclado o no), el flamenco auténtico ya no da más de sí después de que Morente y compañía hayan pasado a mejor vida, y el rock no existe, tal cual. El mejor y más activo de los estilos es una ruina absoluta en un país donde no hay cultura musical más allá de las modas estéticas de revistas de la República de Malasaña.

Conclusión: dos abuelos salvan el negocio, así que el negocio no es boyante.



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