miércoles, 7 de diciembre de 2011

Putas y Mercenarios


La aparición de esta denuncia de la Asociación de Prensa de Madrid (picar para entender de qué va este post) demuestra que algunas profesiones son socialmente relucientes pero laboral y económicamente miserables. En estos momentos, cuando el paro en el periodismo alcanza en algunos sectores casi el 50%, queda demostrado que el periodista está a la altura de lo que algunos historiadores han llamado "la escoria que tira del carro". En la Edad Media era habitual por el sistema de estamentos y castas, pero hoy en día es poco menos que una aberración.


Los periodistas son, básicamente, "putas y mercenarios" (mil perdones por la expresión, pero es lo que hay semánticamente). En realidad la escala sería esclavos, putas y mercenarios, siempre en función del grosor de la nómina, de las responsabilidades y de muchas otras cosas que normalmente no se resuelven como el común de los mortales cree. Los becarios son los que han empezado el movimiento de Gratis No Trabajo, pero el sistema creado para dar formación gratuita a cambio de dividendos para los medios se ha convertido en una forma de esclavismo que pondría los pelos de punta incluso en el siglo XIX. Luego está el nivel de las putas, sin distinción de edad, género o procedencia, y donde chicos y chicas reciben salarios de menos de mil euros por una media de diez horas diarias de trabajo, sometidos a un gran estres intelectual para poder salir adelante en toda la mierda que cae sobre ellos. Por encima están los mercenarios, que cobran en función de a quién sirven, y que normalmente suelen ser los partidos políticos que les pagan muchas veces en sobres.


Esto nos lleva a la segunda lacra del periodismo, que es la venta de la ética sin ningún tipo de problema: la información es poder, y por lo tanto el poder político trata de comprar todas esas voces y colocar cada medio de comunicación en una postura ideológica que en algunos casos llega al servilismo más absoluto, cuando para poder seguir en el equipo de voceros del PP, el PSOE u otros es necesario ser irracional y criticar hasta el ridículo cualquier cosa que hagan los otros. Y si es en la televisión y la radio, tanto mejor. De esa necesidad de propaganda surgieron las tertulias, que es una forma eufemística de definir la venta de verdura y fruta ideológicas que deben marcar la agenda de la opinión pública. Y todo esto empaquetado con sueldos misérrimos donde el afortunado cobra una media de 1.000 euros netos, mucho menos que otras profesiones socialmente menos luminosas pero probablemente más rentables y honradas: carpinteros, panaderos, carteros, barrenderos, gestores...

El resultado es que el oficio de periodista por no tener ni siquiera posee de un sindicato propio, sino secciones anquilosadas de sindicatos mayoritarios (que rara vez mueven el culo para algo que no sea arañar presencia política al rival) y multitud de asociaciones de prensa que por su propia condición jurídica no pueden plantear huelgas o luchas laborales. Así pues, con todo el respeto hacia las putas y los mercenarios, oficios antiguos como el mundo mismo, ser periodista es un acto de fe remunerado con la ruina económica, la sumisión política y el maltrato de muchos otros que están por encima y sólo logran verter su frustración personal en los demás. Cambiarlo todo está en manos de los propios periodistas: no va a bajar un dedo Dios para salvar a los descarriados. Como mucho se reirá de nosotros. La salvación empieza por uno mismo.



1 comentario:

ucabor dijo...

Me alegro de que aún (sí lo acentúo) en la casi ruina material haya fuerzas para describir, con acidez, pero con certeza. Tienes mi respeto y mi ánimo; estoy convencido de que esto parará en algún momento.
Luis CP