Es, de largo, uno de los escritores más adaptados al cine, y sigue la larguísima tradición británica de novelistas profesionales capaces de crear atmósferas y argumentos que van mucho más allá de las chorradas onanistas de tantos otros. Y sí, eso va por Martin Amis... Que vale, que es muy bueno Amis, pero está tocado del ala y el divismo les sienta tan bien... tanto como para que la gente en la librería prefiera tirar de Le Carré, Forsyth, Follet o Greene, por poner tres monstruos (sobre todo el último... ah, quién fuera Graham Greene...) conocidos. La novela tiene sus propias reglas, es un romance, una historia que se cuenta en prosa para narrar, no para divagar como si la novela fuera campo abonado para el ensayo.
Porque es uno de los grandes problemas de este formato literario en países como España: la paja mental está mejor vista que una historia construida con tesón, con algunos altibajos, pero que aporta una historia auténtica. Casi siempre, es cierto, ligado a los géneros malditos: serie negra, ciencia-ficción, fantasía, terror... Le dijeron una vez a Stephen King que era a las letras lo que la hamburguesa a la alta cocina. Pero es que 'It', por ejemplo, está mejor construida que muchos excesos ensayísticos que pululan sueltos por las editoriales. Y a Le Carré le pasa eso: 'El sastre de Panamá', 'El jardinero fiel', 'El espía que surgió del frío', 'Llamada para un muerto', 'La casa Rusia'... y ahora 'El topo', que va a ser una de las películas del año. Avisados estáis todos.
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