Un simple zapeo por los canales de la TDT, que sólo han conseguido que haya más frecuencias para más telebasura, sirvió para darse de bruces con una revolución en la gran pantalla, en la pequeña y en el papel tintado llegado desde el Sol Naciente. Es ‘Akira’, la obra maestra de Katsuhiro Otomo, que a su vez bebe de la versión en papel (más de 2.000 páginas, en función de la edición realizada entre 1982 y 1993). Estrenada en 1988, apenas ha perdido vigencia, más bien, en comparación, sigue siendo la mejor película de anime de la Historia, con permiso del señor Miyazaki y su particular visión “europeizante”. ‘Akira’ fue revolucionaria, por completo, como lo fueron en su día ‘2001, Odisea del Espacio’, ‘Blade Runner’, ‘Ciudadano Kane’ o ‘Psicosis’: una maravilla visual que dio el impulso definitivo al manga en todo el planeta más allá de las series para niños que los europeos llevaban una década viendo. Hoy por hoy es casi un lugar común entre los amantes de la cultura del cómic, un clásico primigenio adorado por autores de Europa y EEUU.
Nada de Heidi o Marco, aquello era manga japonés auténtico y con todo lo que lo hace diferente: ciencia-ficción, fatalismo, espíritu combativo, profusión de detalles, grandilocuencia, caos, algo de emoción y esa forma de narrar que vuelve loco a cualquiera y que convierte otros anime hijos de ‘Akira’ (como ‘Ergo proxy’, por poner un ejemplo), en auténticos laberintos donde se insinúa mucho más de lo que se cuenta. No es fácil, si no se pilla desde el principio, encontrar la senda para entender ‘Akira’, pero es, 22 años después, una sorpresa encontrársela en un canal de televisión. Concretamente La 2, el último refugio para ciertos tipos de oferta, igual que el programa de Vidal-Folch, ‘Nostromo’. Búsquenla en DVD, o bájensela, que tal y como está el patio casi sería una reivindicación política.
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