Para ser un buen cirujano de la protoindustria cultural sólo hace falta seguir un breve pero virtuoso manual, compuesto de cinco pasos. Ojo, no es la fórmula mágica, porque en el fondo depende mucho del talento de cada uno, pero sobre todo, de la capacidad para ser un escéptico más allá del elitismo.
1. Flexibilidad. Ante todo hay que tener la mente abierta y reducir el número de prejuicios al máximo. No se puede acometer la tarea de la literatura, el cine o el arte con tópicos. No vale eso de “no lo entiendo” o “no me gusta”. No es posible hacer tabula rasa, pero sí empujar las ideas preconcebidas hasta el pozo profundo del subconsciente.
2. Aprendizaje. Hay que aprender, como con cada tarea y trabajo que hacemos en esta vida, pero aquí más que en ningún otro lugar, porque uno no nace aprendido, y mucho menos con arte contemporáneo. Hay que escuchar, buscar a maestros que sepan y preguntar sin miedo. Sobre todo, hay que escuchar.
3. Carnicería. Cuando tenemos toda la información, hay que trocearla. No ser cirujano, sino más bien un buen matarife que separe lo bueno del tufo a engaño. Está demostrado que siete de cada diez artistas son unos embusteros redomados que intentan colar como genialidad lo que sólo es puro artificio. Hay que tener mucho ojito. Y para ser un buen carnicero hay que saber mirar y aprender antes de soltar el tajo.
4. Mercadeo fenicio. Una vez que se tiene lo que importa, hay que saber vendérselo al público, por lo general sin exigencia alguna de ser culto. Así que si tiene usted una nube entre manos, conviértala en agua vendible, porque si no lo lleva crudo. A la gente común le importa un pimiento las idas de olla de Warhol, sólo quiere saber quién era y qué hacía, y por qué sus cuadros (que según un niño, parecían todos desenfocados… ¿?) son tan caros. Para todo lo demás está la UNED y las enciclopedias por fascículos.
5. Escepticismo. Jamás, nunca, never, never, never, se crea nada de lo que le venden. Aunque le guste. A nosotros nos encanta Enrique Marty, pero eso no significa que le riamos todas las gracias y ocurrencias. Para ser buen “cultureta” hay que coger distancia con los creadores y el corifeo que suele rodearles. Adoren ustedes a algún gurú del arte, pero nunca le den la mano del todo. Muchos se estrellan y anulan la reputación. Y sobre todo, la cultura es contaminante; hay que mantener la cabeza fría y tragar sapos de vez en cuando para mantener cierto equilibrio y libertad de opinión. Si alguno le dice “Ya no me haces caso”, hágase el sueco y no haga ni puto caso.
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