España se llena de eunucos mentales más propios de la Ciudad Prohibida que de empresas, que no ven más allá de la escasa formación recibida en universidades que estafan a sus alumnos haciéndoles estudiar cuatro o cinco años lo que podrían aprender en dos, o incluso en uno. Ni el oficio es culto ni se le esperan grandes destellos de inteligencia. Mucho más cuando la industrialización de la información ya no deja espacio para reinvindicar nada parecido al servicio público. El capital manda, no por mezquindad, más bien por pura inercia. Existen encorbatados opulentos que censura, cierto, pero es bastante menos su efecto que el "dejarse llevar" diario en el que parece que se impone la idea más populista. Porque hay que vender.La cultura se queda sin espacio, en la línea de los temas de educación y de ciencia, subordinados muchas veces al mercadeo tecnológico que tanto tirón tiene. Interesa más un bache en una avenida que un nuevo libro, vende más un muerto con sábana enrojecida por la sangre que el conocimiento, que nos hace libres; es mucho mejor patalear por unos folletos de arte contemporáneo del DA2 subidos de tono que interesarse de verdad por los talleres infantiles que han educado a cientos de niños. Sangre, sexo y sumisión antes que arte y conocimiento. No ya exposiciones, también ciencia, esa niña apaleada de la sociedad española, maltratada en todos los medios salvo en elmundo.es y esporádicamente en 'El País' o 'ABC'. Esas carencias afectan luego al propio desarrollo cultural, porque la atención queda siempre en lo mismo. Y afecta a la educación, convertida en un mero sistema de baby-sitter para menores de 18 años más que en el horno para cocinar futuros buenos ciudadanos. De estos polvos luego salen las riadas de lodo intelectual que rellenan redacciones y empresas.
1 comentario:
Sin otro comentario que: me gusta, aunque es triste que tengáis razón. Bueno, que la valentía de decirlo os acompañe.
Baeza
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