
Cuando una región no tienen industria, dicen, tiene turismo. Castilla y León tiene mucho de eso: arte, historia, gastronomía... cosas mayores, pero también menores. La progresiva desindustrialización de España en favor de un modelo de economía de servicios a otros tiene este tipo de cosas. El turismo como la panacea, como el Santo Grial, la cultura como un producto más y no como un añadido de valor a una sociedad que merecería mucha más cancha. La economía del conocimiento es el futuro, pero aquí sólo existe la economía del paseo: El Prado, el Thyssen, la Casa de las Conchas, las rutas gastronómicas y del vino... Navarra, Euskadi, Cataluña y Madrid son las regiones más ricas de España. ¿Razones? Puede que muchas, pero no es casualidad que sean las que más invierten en investigación, en educación, en tecnología, y las que tengan registradas el mayor número de empresas de ciencia y tecnología. En este mundo no hay casualidades, sólo efectos colaterales de buenas y malas decisiones. Mientras tanto, la Casa de las Conchas sigue sin una de ellas. No se nota mucho, pero... algunos ya tienen bandera bajo la que marchar al paso, o para quejarse, con razón, por cierto.
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